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El Pavión de Apel

Comienza la expedicion Gori

Por Normando Gil y Nicolás Loyarte | nloyarte@cableydiario.com

El sábado 4 de enero de 2003 el escritor santafesino recibió en su casa a un equipo periodístico de Cable & Diario y El Litoral.com. Aquella mañana calurosa fue inolvidable. Gastón iluminó con simpleza aspectos sorprendentes de su vida: sus afectos y predilecciones, su lectura crítica de la realidad y los anhelos para los que, él afirma, serán sus próximos tres años de vida. La conversación fue por momentos íntima, espontánea, mágica. Preciso y lento como su tortuga, Gastón recorrió su obra y habló de sus autores de cabecera. Subió la escalera angosta y oscura hacia una puerta vidriada para mostrar su desordenada biblioteca, el escritorio, testigo de su desconcierto, su tristeza y sus ansias de luz cuando escribió La Forestal en noches de Vigilia Retenida (sus borradores inéditos), y su primera máquina de escribir que azarosamente recupero hace poco. En el patio, sentado bajo el fresco de la Bignonia, el señor de lo picaflores compartió su mundo de pájaros, el trato cálido con su tero, su pato y las calandrias. En esta presentación, El Litoral.com pone a disposición de sus lectores el texto completo de la entrevista que testimonia la vida de uno de los escritores esenciales de nuestra provincia.

En el patio de la bignonia
...miles de hectáreas habré caminado por los campos, pero nunca encontré un pájaro muerto. Y cuando mueren en jaulas, siempre dicen que mueren de tristeza. Pero no es que mueren de tristeza, es que el final de la muerte es una muerte de tristeza, para el ser humano también. Agonía, qué quiere decir: la tristeza de morir... agonía, es la tristeza de morir. Todos morimos tristes cuando morimos por cosas naturales.
Y morimos —como decía el pastor protestante— ‘‘Y José era muy bueno y murió de su última enfermedad'' —comenzó Gastón Gori la charla.

Gastón, ¿está escribiendo?
Yo en este momento no estoy escribiendo libros. Pienso en libros, inclusive tengo concebidos libros, pero no voy a escribir. Porque tengo que hacerlo en forma manuscrita y la vista no me permite hacer bien las letras. Aunque puedo escribir bastante bien, por haber escrito millones de veces las palabras, pero no quiero escribir un libro. Esa es una de las razones.
Tengo una hija que revisa todo lo que yo escribí. Y es la única que puede leer mis manuscritos y no equivocarse. Inclusive corrige los errores que comente la desgrabadora, que a veces no sigue el sentido de las cosas y pone cualquier palabra.

¿No le gusta dictar?
No, dictar no me gusta. El estilo oral es una cosa y el estilo escrito es muy distinto. El fenómeno de cerebración es distinto. Ahora, hace poquito dicté un trabajo. ‘‘Perdido en los quebrachales'' se llama. No es muy largo, lo publicó un suplemento de Reconquista. Lo escribir casi por un compromiso con Julio Acosta, director de la editorial Ameghino. El me pidió que escribiese eso. En la contratapa dice que mi entusiasmo por el trabajo de La Forestal me llevó a perderme dos veces en los montes. Quería escribirlo y me ayudó una chica que vive en frente de mi casa que me sigue muy bien cuando dicto. Pero es muy difícil el tema. Escribirlo me resultó dificilísimo, por el fenómeno psicológico que hay que realizar. Lo alcancé a escribir y salió lindo, dice mi mujer, pero mi mujer no es que me ama, es chupamedia mía.

¿Gastón, no piensa escribir más?
No. Yo no pienso escribir otro libro más. Tengo motivos para hacerlo y tengo cosas concebidas, pero no lo voy a escribir.

¿Cuándo tomó esta determinación?
El hecho de que me haya disminuido la vista; por ejemplo: yo te miro a vos, y te veo dentro de un rato y no te reconozco. Además de la pérdida de la vista tengo un infarto cerebral crónico. Quiere decir que hubo muerte de neuronas. Entonces esta muerte de neuronas me afectó los hemisferios cerebrales donde la vista, el aparto óptico, manda las imágenes. Bueno, yo a eso no lo tengo más completo. Ese es un inconveniente muy grande, porque también me hace perder la memoria visual. Y perder aunque sea una parte de la memoria es perder ya una parte del pensamiento. Aunque sea perder la memoria inmediata, la antigua no. Yo me puedo acordar de muchísimas cosas viejas. Inclusive de demasiadas cosas me acuerdo, debería acordarme de menos.

¿Cuántos libros tiene publicados?
Hay 47 primeras ediciones, incluyendo algún folleto, y hay 40 reediciones de libros. Ochenta y siete veces me publicaron libros, y tengo 87 años. Y como he resuelto vivir hasta los 90 años me van a faltar 3 libros. Uno ya está casi en camino, después de los otros dos me faltaría elegir uno, porque el último libro que me gustaría reeditar es un libro que yo quiero mucho: se llama ‘‘La pluma incesante''. Es decir: 90 años y 90 veces se habrán publicado libros míos, y terminarlo con el libro ‘‘La pluma incesante'' sería muy simbólico, me gustaría mucho hacerlo. Y ya te digo, como voy a vivir 3 años más, eso está resuelto, en eso ya no hay problema...

¿Por qué dice eso? ¿Cómo puede usted determinar que va a vivir 3 años más?
Lo he resuelto.

¿Y qué va a hacer dentro de 3 años?
Voy a vivir como vivo. Voy a vivir como vivo.

Pero, ¿por qué dice que va a morir dentro de 3 años?
Ah, yo digo 3 años como el límite de lo que yo he resuelto vivir. Pero si llego a los 90 años pido una prórroga (risas).

¿A quién se la pide?
Hay un ente que nosotros no podemos definir, (nocierto) (sic). Puedo pedírsela al destino, puedo pedírsela a Dios, por ejemplo; ése es el ente que no podemos definir. Dicen que hace todas las cosas, pero parate con Dios, ¿no? Porque a mí me mandó un infarto cerebral. Después, saco también en consecuencia que Dios no tiene memoria o no lleva anotado nada, porque me mandó un infarto cerebral y después ahora último me mandó un cáncer de próstata. ¿No vio en la libretita que ya era bastante? Hubiera puesto: ‘‘Le mando un resfrío, le mando una tos...'', cualquier cosa. Pero ¿por qué un cáncer? Si todo el que tiene cáncer, aunque sea de próstata, muere de cáncer, (nocierto). Pero yo creo que a pesar de eso, con la ayuda de los científicos actuales, 3 años más voy a vivir. Y si no vivo los 3 años más, vengan y repréndame: ‘‘¡Incumplidor! ¡Traidor! ¡Traidor! ¡Usted nos ha engañado! A ver, diga ahora ¿por qué nos ha engañado?''. Y yo no te voy a contestar nada (risas).

Teóricamente, si usted quiere vivir 90 años, la prórroga la tendría que pedir en el 2005.
Eso mismo, en el 2005 pediría una prórroga.

¿Entonces le quedan 2 años?
¿ Dos años?

Estamos en el 2003.
Sí.

¿Qué día nació usted?
Yo nací el 17 de noviembre de 1915 (silencio). Así que 90 años sería en el 2005. Y bué, es un número hasta simpático.

1 comentario

Anónimo -

Creo q a cierta edad las personas se ponen más allá del bien y el mal... y simplemente viven