Sin Mercedes, todo se empobrece. Es otro país. Menor. Más solo. La tucumana, con la cara de huaco ancestral que los días fueron tallándole, elevó al pueblo y lo llenó de belleza y de canto esencial, cada vez más puro, más noble. Muchas veces conversé con ella, y no lo olvido. En cada ocasión fue generosa, amable. Cantó de a ratos para ilustrar algo, como regalo. Le salía sin que se le pidiera, pájaro argentino que venía de la historia y recorría el tiempo. Qué tremendo vacío.
Publicado por Mario Mactas en su blog el 05/10/2009
0 comentarios